Mega Drive Mini 2 análisis. Review con experiencia de juego, precio y tráilers

2023-02-16 15:59:15 By :

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Encender la consola dándole a una pestaña, no desde el mando. Sintiendo el click. El mando, por cierto, enchufado con cable. Como antaño. La genuina sensación de la cruceta de Mega Drive recorriendo las yemas de mis dedos. ¿Tres botones? No. Seis más el superior y el Start. Por encima de éste último las siglas de SEGA. Elijo juego, Soleil, y me da la bienvenida el tan reconocible sonido de los juegos de la bestia negra. Aparecen los textos y se leen en español. Mega Drive Mini 2 sabe trasportarte a la bendita era de los 16 bits e irradia la genuina sensación de las consolas de su época. Y pese a que no usa cartuchos, su máximo atractivo es su alucinante catálogo de juegos.

SEGA es plenamente consciente de que el boom por las miniconsolas entró en una nueva fase más delicada tras el pinchazo de PlayStation Classic. Pese a ello, su Mega Drive Mini se impuso como uno de los mejores sistemas compactos con licencia oficial jamás lanzados. A fin de cuentas, la compañía del erizo supersónico siempre ha tenido muy calados a sus fans, a los nostálgicos a los nuevos apasionados por lo retro, que los hay.  Mega Drive Mini 2, su nueva consola, también triunfa en ese aspecto. No como una simple pieza de colección, aunque algo de eso hay, sino dándole una merecida nueva vida a esenciales, juegazos descatalogados y verdaderas rarezas. Redondeando su propio valor con un buen puñado de sorpresas inéditas.

En VidaExtra somos muy fans de SEGA. Muchos de nosotros crecimos con ella y a estas alturas de la partida no tenemos reparo ni vergüenza al confesar hemos adquirido y jugado al Sonic The Hedgehog original en casi cualquier cosa con botones (o sin ellos) tras la caída de la DreamCast. Dicho lo cual, el primer acierto de Mega Drive Mini 2 es que no lo incluye en su selección de juegos pre-instalados. Ni tampoco el Streets of Rage II o el Golden Axe. Y tampoco los necesita: los 60 juegos incluidos son el mayor acierto de la máquina. Un auténtico soplo de aire fresco entre tanto recopilatorio y relanzamiento de SEGA y una poderosa muestra de que el legado de Mega Drive no se limita a los mismos juegos aclamados, queridos, siempre celebrados y, pese a ello, reeditados hasta la saciedad.

La compañía que rivalizó con Nintendo y Sony en igualdad de condiciones vuelve a hacer consolas sin renunciar a su legado clásico, y el resultado de Mega Drive Mini 2 nos plantea una pregunta muy legítima: ¿estamos ante una mini-consola de nicho, un capricho para coleccionistas y muy fans de SEGA o una maquinita que merezca estar enchufada a una de los cada vez más disputadas entradas HDMI de nuestra pantalla? La buena noticia es que, SEGA pasa el test haciendo que todas las preguntas anteriores se complementen entre sí y, de cara al jugador, sean la opción correcta. Pero vayamos por partes.

Mega Drive Mini 2 es solo un poquito más grande que un cartucho de la Mega Drive original (20.8mm×32.3mm× 116.5mm), pero sus formas no pasan desapercibidas: el diseño exquisitamente deportivo de la Mega Drive Mini deja paso a unas formas más sencillas y compactas con un punto de personalidad. En cierto modo, recuerda a esos Discman de la época, pero incluso con ese acusado cambio en sus formas queda patente y a golpe de vista que se trata de una de las bestias negras de 16 bits de SEGA.

En esencia, la compañía del erizo de zapatillas coloradas recupera el diseño de la Mega Drive 2 de 1993, una revisión con algún cambio interno destinado a darle un segundo impulso comercial a la máquina y sus accesorios como el Mega CD o el Mega 32X en vísperas del relevo generacional. Algo que, como veremos más abajo en detalle, va más allá del diseño de esta mini-consola a través de sus contenidos y opciones de audio.

La calidad de la réplica más allá de sus dimensiones reducidas es soberbia. Los materiales parecen ser los mismos de la Mega Drive Mini de 2019 y pese a que los botones e interruptores no igualan la calidad del sistema original, son completamente funcionales y no decorativos, lo cual hace que sume puntos extra como consola. Con todo, incluso si no disponemos de un segundo objeto a modo de referencia para estimar el tamaño, es posible distinguirla fácilmente del modelo original a través de las conexiones USB frontales y los puertos HDMI y USB tipo A traseros.

Y sí, es posible conectar los mandos de la Mega Drive Mini original y cualquiera compatible con ésta a los puertos de la Mega Drive Mini 2, esté licenciado por SEGA o no. A diferencia de la mini-consola de 2019, esta nuevo sistema compacto solo incluye un único mando en la caja, aunque es de seis botones, lo cual le da un valor adicional a varios juegos incluidos como Super Street Fighter II. Con todo, podemos usar la configuración para ajustar el botón Mode superior y cuánto tiempo debemos presionarlo para que funcione.

La mala noticia: al abrir la caja sólo encontraremos la mini-consola, el mando, el cable HDMI y el cable USB de alimentación para conectar a un adaptador, con lo que necesitaremos adquirir por separado el propio adaptador de corriente (de 5V/2.0 A o superior).

En nuestro caso, y por hacer la prueba, conectamos previamente la Mega Drive Mini 2 directamente al mismo televisor en el que estábamos jugando y de primeras la consola funcionó sin problemas, aunque -como siempre- lo más aconsejable es hacerle caso a la caja. Una pena, dado que el precio de Mega Drive Mini 2 está por encima de los 100 euros.

En lo que se refiere al mando, es una réplica exacta del original de seis botones de SEGA tanto en forma, materiales, tacto y tamaño (140mm×70mm×29mm) con dos diferencias que no pasan desapercibidas y que tienen que ver con su cable.

Con todo, SEGA se ha tomado muy en serio ofrecer una réplica de la Mega Drive 2 original con esta mini-consola: pese a que no lee cartuchos sus pestañas de la ranura se abren como la del original. Y los detalles que no están a la vista son una locura: la base, sus gomas y sus contenidos son los mismos del sistema de 1993, aunque se han acomodado los textos para hacerlos legibles y se han actualizado los símbolos serigrafiados. Además, cada consola incluye su propio número de serie y hasta es posible extraer la pequeña compuerta lateral.

Pese a que el modelo europeo de Mega Drive Mini 2 se ha manufacturado y distribuido desde Francia, más concretamente en Saint-Malo según se puede ver en la base, por encargo de SEGA Europe, la patente deja ver que al menos los componentes se fabricaron en China, lo cual justifica y da sentido tanto las pestañas como la compuerta: los modelos japonesas llegaron a las estanterías acompañados de nuevos accesorios como la Mini-Tower 2, la cual incluye mini-cartuchitos y un pequeño lector de discos, ambos puramente decorativos, con lo que pese a que estas conexiones no son funcionales de cara a su uso como consola, son mucho más que un elemento decorativo. Sobre todo, si estamos dispuestos a adquirir de importación los add-ons oficiales.

En todo caso, merece la pena tener en cuenta a la hora de sopesar meternos en gastos adicionales que SEGA lanzó nuevos accesorios licenciados para las Mega Drive Mini 2 japonesas, incluyendo un Joystick, un ratón funcional y hasta una resultona funda de transporte. Elementos que evidencian lo mejor de este regreso a la fabricación de sistemas domésticos de videojuegos: funcionan de escándalo como objetos de decoración y coleccionismo, pero los contenidos incluidos en memoria de esta consola piden a gritos ser redescubiertos y jugados.

Da igual si le tienes apego a las formas de la Mega Drive 2 de 1993 o todo lo contrario, la mejor excusa para hacerte con la nueva mini-consola seguera son sus 60 juegos en memoria, siete de ellos completamente inéditos, y el tratamiento que reciben para acomodarse a los televisores y jugadores actuales. Una selección que, por fin, deja atrás los esenciales imprescindibles de la 16 bits y ahonda más y mejor en el potente legado de SEGA.

Que no se me interprete mal: Sonic 2 sigue siendo uno de los mejores juegos jamás creados por SEGA y juegos como Gunstar Heroes, Dynamite Headdy o Comix Zone son absolutamente atemporales. Pero para eso ya tenemos la Mega Drive Mini original así como infinidad de colecciones en los que siuen brillando con luz propia. De cara a la Mega Drive 2, la compañía del erizo ha querido ir más allá de lo de siempre, y la selección no solo refuerza sus intenciones sino que refuerza el valor de la máquina.

De este modo, SEGA no solo demuestra que la excelencia de Mega Drive va mucho más allá de los mismos juegos de siempre y, en un mismo movimiento recupera nada menos que seis decenas de motivos para mantener enchufada la Mega Drive Mini 2 a la tele en vez de expuesta en una estantería y que te detallamos a continuación.

Los 41 juegos clásicos de Mega Drive

Desert Strike: Return to the Gulf

Shoot 'em up no lineal

Acción / Shoot 'em up

Acción / Shoot 'em up

Acción / Shoot 'em up

Shadow Dancer: The Secret of Shinobi

Toejam & earl in Panic on Funkotron

Acción / Shoot 'em up

Langrisser: The Descendants of Light

Los 12 juegos clásicos de Mega CD

Ecco: The Tides of Time

Conducción / Shoot 'em up

Acción / Shoot 'em up

Año (Mega Drive Mini 2)

A partir de aquí toca hacer varios matices. De partida, SEGA elaboró una selección de 60 juegos pensando específicamente para el jugador occidental y otra de 60 para el público japonés. Es más, en la versión europea aquellos pocos juegos que llegaron en español vuelven a mostrar los textos en pantalla en la lengua de Cervantes. Y no lo vamos a negar: no se trata de títulos secundarios o de nicho, sino esenciales, rarezas y auténticos clásicos que muchos dimos por perdidos a estas alturas y que brillan con luz propia.

Un doble acierto, ya que pese a que a este lado del mundo nos quedamos sin los videojuegos de Supercampeones, El Secreto del Lago Azul o Bola de Dan, editados únicamente en las Mega Drive Mini 2 niponas, lo cierto es que éstos jamás fueron traducidos a nuestro idioma y -en cuestión de nostalgia- tampoco los echaremos demasiado de menos.

Por otro lado, los siete juegos inéditos (10 en Japón) son un extra inesperado que, siendo justos, quedan absolutamente eclipsados por el resto de juegos incluidos. Todos han sido desarrollados o terminados por el equipo AM2 de la propia SEGA, aunque -a diferencia del Tetris sumado al catálogo de la Mega Drive Mini de 2019- elevan el valor del conjunto sin llegar a coronarlo. Al menos, no tanto como títulos mucho más interesantes y ya conocidos como Virtua Racing, EarthWorm Jim 2, las dos entregas de Ecco the Dolphin para Mega CD o ese brutal Final Fight que supuso durante años la mejor conversión jamás hecha para consolas. Lo cual nos lleva al último de los apartados del análisis: ¿cómo es la experiencia de jugar a Mega Drive Mini 2?

El valor de la Mega Drive Mini 2 es superior al de la original. Tanto en lo que marca su etiqueta del precio como en lo que ofrece en contenido a los jugadores. Pese a que incluye solo un mando, hay más juegos, son más variados y, además, varios de ellos requieren un hardware mejor para poder moverse en propiedad. Al menos, del modo en el que se diseñaron para ser disfrutados. Lo bueno es que SEGA no solo ofrece las mismas opciones que en su anterior incursión en el terreno de las mini-consolas, sino que tiene todavía más claro qué es lo que busca el apasionado por los sistemas retro.

Lo primero que llama la atención son los menús dinámicos. Una vez elegimos nuestro idioma y tras la configuración inicial veremos todas las carátulas de los juegos tal y como las recordábamos. Dicho así podría parecer algo extremadamente sencillo, pero tiene su mérito: las portadas de los juegos, sus títulos y hasta el diseño de las cajas que se muestran en pantalla se acomodan a las tres regiones en las que sale la consola, de modo que si preferimos ver las portadas japonesas o los nombres con los que los mismos juegos llegaron al nuevo continente, la opción está ahí.

Esto, además, también se aplica a los lomos: además del sistema de menú tradicional con las portadas de frente, el cual podemos organizar por nombre o uso reciente, podemos ver toda la colección en formato librería pulsando el botón 'B' del mando, conservándose la diferencia de tamaño y forma de cada caja. Pequeños grandes detalles que marcan la diferencia y demuestran el mimo puesto en esta maquinita. Con todo, la selección de juegos no cambia si ponemos los ajustes en Japonés. Siendo justos, tampoco contábamos con ellos.

Los ajustes básicos que nos propone la Mega Drive Mini 2 también juegan a su favor: podemos ajustar la imagen para que se vea a pantalla completa o en su proporción original, dándonos montones de marcos elegantes, coloridos y muy segueros. Además, se puede aplicar un filtro que simula las scanlines de las televisiones de tubo, aunque el resultado al activarlo está lejos de las opciones de juegos como Capcom Fighting Collection.

Sin embargo, más allá de lo que se manifiesta en pantalla hay un aspecto que merece una atención especial: los más sibaritas del sonido y apasionados por el sonido saben que la Mega Drive original y el modelo Mega Drive 2 de 1993 sonaban diferente. En la Mega Drive Mini 2 podremos elegir cual de los dos tipos de sonido aplicar a los juegos. De nuevo, es la suma de estos ajustes lo que diferencia un artículo de exposición a un sistema que de gusto tener a mano y conectado.

En lo que respecta a los juegos, la Mega Drive Mini 2 es lo más parecido que podemos tener a día de hoy a hacernos con la consola original y el Mega CD. Eso sí, con el aliciente de que no tenemos las limitaciones de entonces: podremos salvar las partidas al vuelo (hasta cuatro ranuras de guardado por título) o cargarlas al instante. Algo que te permitirá fulminar a ese jefazo final antes de quedarte sin vidas o apagar la consola para ir a cenar. Algo que hoy parece básico pero desde luego es una comodidad por la que muchos hubiésemos pagado una fortuna hace 30 años.

Hay dos grandes motivos para hacerse con una Mega Drive Mini 2. El afán por el coleccionismo y la nostalgia por los mejores años de la mejor SEGA. Su nueva mini-consola sabe acertar y ser muy generosa en ambos aspectos, y no por sus formas o por sus acabados, sino por todo lo que aporta al jugador enchufada a la pantalla y, a partir de ahí, desmarca su propuesta de juego y entretenimiento retro de todas las maquinitas clásicas anteriores. Incluyendo, en este aspecto, a la propia Mega Drive Mini original.

Que no se me malinterprete: SEGA acertó de pleno con su primera mini-consola de 2019 combinando un catálogo de diez con unos acabados y detalles que irradiaban la genuina esencia de la época de los 16 bits. Mega Drive Mini 2 no eclipsa esos hitos, ni tampoco sustituye a la anterior; sino que complementa y afianza el empeño de la compañía del erizo supersónico por recuperar su gran legado clásico. Incluso más allá de sus propios juegos de merecido culto.

La selección de juegos de Mega Drive Mini 2 es su mayor atractivo. No es tan rotunda y acertada como la de la Mega Drive Mini, pero cuenta con sus propios atractivos. Se aleja de la seguridad y el conformismo del listado de juegos esenciales reeditados hasta la saciedad y al que tenemos acceso desde prácticamente cualquier sistema. En su lugar, SEGA se ha zambullido de pleno en el alucinante catálogo de su bestia negra y ha rescatando decenas de títulos que bien merecían una segunda oportunidad de brillar.

Y, en ese aspecto, la Mega Drive Mini 2 no es un gran golpe sobre la mesa como máquina, pero su triunfo nace desde la nostalgia y la sensación de redescubrimiento. E incluso va más allá: supone esa oportunidad dorada de recuperar joyas que los apasionados por el gran legado de SEGA jamás olvidamos. Logra que las disfrutemos en las pantallas actuales con la misma disposición que hace 30 años: con un mando enchufado a la consola, el mismo sonido estéreo de la Mega Drive y desatando en pantalla ese espíritu atrevido, competitivo e inconformista de la SEGA de a principios de los 90s.

Eso sí, con la siempre bienvenida opción de guardar nuestra partida si necesitamos apagar la consola.

Bajo la forma de un sistema clásico y diminuto, puedes llevarla perfectamente en tu bolsillo, la Mega Drive Mini 2 es la nueva consola de SEGA que le sentará de de escándalo a cualquier colección y vitrina. Incluso, en los de aquellos que jamás han tenido un apego especial por SEGA o el modelo de 1993 de su 16-Bits. Pero su mayor triunfo como consola es cómo su propuesta de juego hace que merezca a pena tenerla sacada de la caja, alejada de nuestras estanterías y la tengamos conectada a la pantalla. Un gran hito logrado a base de clásicos, rarezas y sorpresas.

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